Por Iván Acosta
Hola, ¿qué tal?
La gira Las Mujeres Ya No Lloran de Shakira, el primer tour de la cantante en casi una década, ha estado marcada por una serie de cancelaciones que han puesto en duda la planificación y ejecución del espectáculo, tan solo en el primer mes de presentaciones. Con conciertos suspendidos en Lima, Medellín y Santiago de Chile, las explicaciones oficiales apuntan a problemas técnicos y fallas en la infraestructura de los escenarios. Sin embargo, la falta de previsión, las decisiones logísticas y las declaraciones de la artista han generado interrogantes sobre la viabilidad de la gira y la seguridad que ofrece a los asistentes.
Desde su anuncio, la gira fue presentada como una de las producciones más ambiciosas de la carrera de la cantante colombiana. Con un escenario de 62 toneladas, el montaje del espectáculo requería una infraestructura capaz de soportar grandes cargas, además de contar con un sistema de iluminación y sonido de última tecnología. La instalación del escenario demandaba un suelo nivelado y con resistencia suficiente para la estructura, así como amplios espacios para su ensamblaje. Todo esto hacía que la producción dependiera de condiciones específicas en cada estadio, lo que ponía en riesgo su ejecución en ciertos recintos.
El primer golpe llegó en Lima, donde la cantante canceló su presentación el pasado 16 de febrero debido a problemas de salud. Aunque esta suspensión fue atribuida a un cuadro abdominal que requirió hospitalización, marcó el inicio de una serie de inconvenientes que han afectado el desarrollo de la gira. Posteriormente, la presentación en Medellín, programada para el 24 de febrero, fue suspendida debido a problemas de infraestructura en el Estadio Atanasio Girardot. Finalmente, los conciertos del 2 y 3 de marzo en Santiago de Chile también fueron cancelados, esta vez debido a un desnivel en el suelo del Estadio Nacional, según informó la cantante en un comunicado.
El equipo de Shakira ha insistido en que los problemas técnicos están fuera de su control, señalando a los promotores locales como responsables de garantizar las condiciones adecuadas para la producción. En un comunicado, la empresa Fénix Entertainment, encargada del evento en Chile, informó:
«Lamentamos comunicarles que durante el proceso de montaje del show programado para el día de hoy (2 de marzo) en el Estadio Nacional de Santiago de Chile, nos hemos encontrado con inconvenientes técnicos ajenos al artista y su producción, que impiden el correcto desarrollo del concierto, ya que el suelo donde iría el escenario se encuentra desnivelado».
Shakira también se pronunció en redes sociales, asegurando que la seguridad de su equipo y del público era su prioridad.
«Cuando un artista viaja a un país, su producción y su equipo dependen directamente de los productores locales. Mi staff y yo confiamos en todo momento en que la productora contratada por el promotor local seguiría al pie de la letra las especificaciones que fueron diligentemente proporcionadas por nuestra parte para que se pudiera dar un show de la magnitud de este», explicó.
Sin embargo, la situación es preocupante, ya que las cancelaciones han ocurrido casi semanalmente desde que comenzó la gira. La infraestructura en Latinoamérica ha demostrado en múltiples ocasiones ser capaz de albergar espectáculos de gran escala, desde giras de artistas internacionales hasta festivales masivos. Entonces, ¿es razonable diseñar una producción que no pueda adaptarse a las condiciones de los estadios de la región?
Si bien estos problemas logísticos no son enteramente responsabilidad de Shakira, sí recae en la cantante la elección de aliados estratégicos como organizadores y productoras con la capacidad de evaluar los recintos y prever posibles contratiempos en infraestructura y puesta en escena. Además, la venta de boletos continuó a pesar de que las preocupaciones técnicas ya eran evidentes, lo que genera dudas sobre la transparencia con el público. ¿Se evaluaron realmente todas las opciones antes de seguir adelante con la gira o se priorizó la ambición del espectáculo por encima de su viabilidad?
Más allá de las explicaciones técnicas, la incertidumbre en torno a la gira ha afectado la confianza de los seguidores. Los compradores de boletos se preguntan qué garantías tienen de que las próximas fechas no serán canceladas. En Medellín, la Superintendencia de Industria y Comercio ordenó a las empresas de boletería informar la nueva fecha del evento antes del 20 de marzo y establecer un plazo de 20 días para que los consumidores puedan solicitar la devolución de su dinero. En Chile, el Servicio Nacional del Consumidor (SERNAC) advirtió que podría presentar denuncias por los perjuicios ocasionados a los asistentes, teniendo en cuenta que en las tres ciudades afectadas había público extranjero que viajó desde otros países y ciudades para asistir al show.
Este tipo de cancelaciones no solo afecta a los fanáticos que invierten tiempo y dinero con la expectativa de ver a un artista en vivo, sino que también daña la credibilidad de la producción y de la misma Shakira. La reiteración de problemas logísticos no es solo un tropiezo aislado, sino un síntoma de una planificación deficiente que podría repercutir en futuras giras y proyectos.
En todos los casos, los espectáculos estaban completamente agotados. Tanto en Lima, Medellín como en Santiago de Chile, la demanda por ver a Shakira en vivo había sido abrumadora. Si no se ofrece una explicación convincente y medidas correctivas claras, la confianza del público en la artista podría verse afectada, y la venta de entradas para las próximas fechas podría disminuir drásticamente ante la incertidumbre sobre su realización.
En tan solo el primer mes de la gira, han surgido dudas sobre la viabilidad del espectáculo en otros mercados y la capacidad del equipo de producción para garantizar su ejecución. Si bien la intención de ofrecer un show de alto nivel es evidente, los problemas técnicos y logísticos sugieren que no se realizaron los estudios adecuados para anticipar posibles fallos. Esto no solo pone en entredicho la planificación de la gira, sino que también plantea interrogantes sobre los verdaderos responsables de las cancelaciones.
La gran pregunta ahora es si su equipo logrará enmendar estos errores antes de que el daño, tanto a su imagen como a la gira, sea irreparable o si esta serie de cancelaciones servirá para replantear la gestión de espectáculos de gran magnitud, sobre todo en una época en la que la demanda por los conciertos ha crecido significativamente.
HASTA LA PRÓXIMA, AMIGOS.