Ni infierno ni paraíso: el modelo fiscal de Andalucía que ha recaudado 925 millones más en tres años

Tres grandes rebajas fiscales en tres años, en las que prácticamente se ha eliminado el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones y que han tocado casi todos los impuestos cedidos, desde el Impuesto de Transmisiones, al de Actos Jurídicos Documentados o el tramo autonómico del IRPF, han devuelto a Andalucía a los niveles impositivos de 2011 y la han sacado de la lista negra de las comunidades con mayor presión fiscal. En términos usados por la propaganda oficial de la Junta, Andalucía ha dejado en este último trienio de merecer el título de «infierno fiscal».

La primera de esas rebajas la aprobó el gobierno de coalición del PP y Ciudadanos el mismo año en el que tomó posesión, 2019. Por medio del decreto ley 1/2019 bonificó hasta prácticamente el límite el Impuesto de Sucesiones y estableció un tipo reducido del 3,5% para el de Transmisiones y un de 0,1% para el de Actos Jurídicos Documentados, así como una rebaja en el IRPF. El segundo alivio fiscal vino el año pasado, con el decreto ley 7/2021, en el que se volvió a reducir el impuesto que grava las transmisiones de patrimonio y se rebajó, aún más, el de Actos Jurídicos Documentados. Y, la última tiene nombre propio, la Ley de Tributos Cedidos, la 5/2021, en la que se ha vuelto a rebajar el tramo autonómico del IRPF y se ha instaurado toda una batería de deducciones por vivienda habitual, alquiler, hijos…

Solamente con esta última ley, con esta última rebaja fiscal, la estimación del Gobierno andaluz del PP y Cs es de que se pierdan o se dejen de ingresar 329 millones de euros. Y, sin embargo, tras las sucesivas bajadas de impuestos, las estadísticas oficiales no reflejan una recaudación menor, sino todo lo contrario.

En tres años, los que van de 2018 -último año del PSOE en el poder- a 2021, los ingresos en las arcas públicas de Andalucía se han incrementado en 925 millones de euros. Ése es el cálculo que hace la Consejería de Hacienda y Financiación Europea, que incluye los 75,25 millones más que ingresó el año pasado por los impuestos cedidos y los alrededor de 850 millones de más que dejó el Impuesto sobre la Renta de las Persona Físicas, el IRPF, en su tramo autonómico.

Para ser más exactos, hasta el mes de noviembre del año pasado -el último con datos cerrados-, la recaudación por el Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones fue de 220.608.489 euros y la del Impuesto sobre el Patrimonio de las Personas Físicas, de 108.213.203 euros. En total, entre ambos impuestos, se recaudó en 2021 328.821.691 euros.

En ese mismo período -es decir, hasta noviembre- de 2018, la recaudación del primero de los impuestos fue de 263.195.714 euros y la del segundo, de 79.890.937 euros. En total, 343.086.650 euros, lo que significa que los ingresos por estos impuestos directos se redujo en un 4,15%, es decir, en 14,26 millones de euros. Por lo que respecta al Impuesto sobre el Patrimonio de las Personas Físicas, la Administración autonómica ingresó un 35,4% más en 2021 en relación a 2018, pasando de 79.890.937 euros a 108.213.203 euros, 28,32 millones más.

La recaudación por el Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales creció en ese mismo intervalo, pasando de 1.014.754.711 euros a 1.112.075.443 euros, lo que significa un aumento del 9,6%, de 97,32 millones de euros. En el caso del Impuesto sobre Actos Jurídicos Documentados, la recaudación disminuyó desde los 399.483.109 euros a 391.676.502 euros, un descenso del 1,95%, o sea de 7,8 millones.

En conjunto, considerando las cuatro figuras impositivas, estos cuatro tributos cedidos que gestiona la Junta, la recaudación total creció un 4,28%, al pasar de 1.757.324.471 euros en 2018 a 1.832.573.636 euros en 2021. La disminución de ingresos por algunos de ellos fue compensada sobradamente por el aumento de recaudación por otros. De forma particular, por los 28,32 millones más que se recaudaron por el Impuesto de Patrimonio y los 97,32 adicionales del impuesto sobre las transmisiones patrimoniales.

En definitiva, los tributos sobre el patrimonio se dispararon al mismo tiempo que se reducían los tipos que se les aplican.

Ése era, y es, explica el consejero de Hacienda, Juan Bravo, la filosofía de la política fiscal que puso en marca el ejecutivo de Juanma Moreno en 2019. Que más gentes pague pero que que paguen menos y ninguna otra comunidad ha hecho un «esfuerzo tan importante», añade, en tres años.

El consejero y su equipo vinculan directamente el aumento de la recaudación a la bajada de impuestos y, como vienen manifestando en los últimos meses, a la llegada de nuevos contribuyentes atraídos por una fiscalidad más ventajosa que en sus territorios de origen.

Pero, al mismo tiempo, admiten que no todo ese aumento de recaudación está ligado a la bajada de impuestos y que es imposible saber con exactitud cuántos contribuyentes han emigradoa Andalucía por ese motivo.

«Todo no se debe a la bajada fiscal, pero sí un margen importante», defiende el director general de Tributos, Manuel Vázquez, el encargado de de hacer las cuentas y encontrar el margen idóneo para modular las distintas figuras impositivas de tal forma que el círculo de los ingresos cuadre con la estrategia de reducir lo que pagan los andaluces.

Vázquez reconoce que hay otras variables que han influido en el aumento de la recaudación y que los 280.678 nuevos contribuyentes a la hacienda pública andaluza registrados entre 2018 y 2021 no son todos inmigrantes fiscales. El crecimiento económico, la disminución del desempleo… también se dejan notar en ese incremento y, de hecho, en ese período la población andaluza sólo creció en unas 80.000 personas.

Tenga más o menos que ver con las bajadas de impuestos, lo que los datos evidencian es que las arcas públicas andaluzas han ingresado más en estos tres años en los que, tenga mucho o poco que ver, el peso de los tributos se ha visto aligerado.

Para ver de dónde se partía, Vázquez destaca que con estas bajadas sucesivas Andalucía se ha situado ahora en la media española en los tipos autonómicos del IRPF, por poner un ejemplo. «Tenemos la misma tarifa que Castilla La Mancha», señala y apunta a que la región se situaba en el puesto 19 en cuanto a presión fiscal nominal al octavo, «el tercero o cuarto si no tenemos en cuenta el País Vasco».

A pesar de las rebajas, el director general de Tributos niega que se pueda hablar de una «bajada salvaje» y el consejero Bravo va más allá al afirmar que aunque Andalucía ha dejado de ser un «infierno fiscal» tampoco la idea es convertirla es un «paraíso fiscal».

La comunidad andaluza, avanza el consejero, no va a entrar en ninguna carrera o competición con otras comunidades, Madrid incluida. En este sentido, adelanta que no ve mucho más margen para acometer rebajas fiscales de tanto calado como las que se han promovido en estos años. Todo lo más, precisa, se profundizará en las deducciones para determinados colectivos.

«Esto no es magia», afirma Bravo, que defiende un modelo fiscal andaluz propio, con bajada de impuestos como han hecho países gobernados por la socialdemocracia como Portugal o Francia, pero hasta cierto límite porque «los impuestos son necesarios». En pocas palabras, ni infierno ni paraíso fiscal.