Sammy Gravano, el poderoso mafioso neoyorquino que se convirtió en informante del FBI, asegura que ser gánster «fue una maldición»

«¿Hay algo de lo que me arrepienta y que haría de manera diferente? Por supuesto», afirma el llamado ‘Sammy The Bull’ en un documental que se estrena este jueves.

Salvatore Gravano, un exmafioso estadounidense que luego de ser un notorio gánster en la década de 1980 se convirtió en informante del FBI, asegura que aún se arrepiente de la vida criminal que siguió. «Ser un gánster, en realidad, fue una maldición en mi vida y afectó a mi familia», confesó Gravano en el especial ‘Truth and Lies: The Last Gangster’ de la ABC, que se trasmite este jueves.

Conocido como ‘Sammy The Bull’, este neoyorquino de 76 años cuenta que trató de mantener a sus hijos Gerard y Karen lejos de sus actividades delictivas. No obstante, sus estrechos lazos con la llamada Cosa Nostra, y más específicamente con los Gambino —una de las cinco familias que dominan el crimen organizado Nueva York —, terminaron afectándolos.

Cuando creció el éxito financiero de Gravano en la mafia, se mudó con sus seres queridos a un lujoso vecindario, donde sus hijos terminaron siendo discriminados por su fama de criminal. Luego de confrontar a uno de los vecinos porque un niño le dijo a Gerard que no podía entrar en su casa «por quien era su padre», regresaron a su antiguo hogar en un barrio de clase trabajadora.

Sammy reconoce que, a pesar de sus esfuerzos por proteger a sus hijos, estos aún están heridos por su vida de mafioso. «Tengo que asumir esa responsabilidad. Lo que hice los lastimó«, dijo.

De cabeza de la mafia a soplón

A comienzos de la década de 1990 Gravano ascendió dentro de la jerarquía de los Gambino y se convirtió en subjefe. Siendo en ese entonces una de las figuras más poderosas de la mafia en Nueva York, llamó la atención del FBI. Terminó siendo capturado y en 1992 aceptó cooperar, brindando un testimonio clave que finalmente ayudó a condenar a John Gotti, el jefe de esa familia, por el asesinato de cinco personas, y a otra decena de capos.

‘Sammy The Bull’ terminó confesando 19 asesinatos, incluido el de su mejor amigo, Louis Milito, pero la ayuda que prestó a las autoridades hizo que solo cumpliera cinco años de prisión. El antiguo contacto de Gravano en el FBI, George Gabriel, asegura que su cooperación fue crucial y «podría decirse que condujo a la desaparición del crimen organizado en Nueva York«.

Víctimas indignadas

A pesar del apoyo que representó en la lucha por la delincuencia, las víctimas de sus asesinatos aseguran que no se hizo justicia porque finalmente no respondió por sus propios crímenes. «Fue impactante. Fue absolutamente impactante. La gente cumple más tiempo por un asesinato. Esto son 19», señala Laura Garofalo, hija de Eddie Garofalo, también miembro de los Gambino, asesinado en 1990 en un golpe orquestado por Gravano.

Garofalo demandó a Gravano luego de que en 1997 publicara un libro donde aborda su vida como gánster, y en virtud de una ley que prohíbe que un delincuente se beneficie de la publicidad de sus delitos vendiendo sus historias a editores. «Necesitábamos que la gente entendiera que, si bien este hombre va a escribir un libro y contar su historia, las personas que perdimos importaban. Eran el padre, el hermano o el hijo de alguien. Mi abuela enterró a su hijo», argumentó.

Finalmente, las regalías de la obra fueron incautadas y distribuidas a las familias de los protagonistas. Laura dijo que el fallo le dio una sensación de paz y sintió que fueron «reivindicados». Entre tanto, 30 años después del testimonio que puso de rodillas a los poderosos Gambino, Salvatore continúa contando su historia públicamente e insiste en que siente remordimiento. «¿Hay algo de lo que me arrepienta y que haría de manera diferente? Por supuesto«, afirma.

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