Sobrevivió 60 años con agujero en el estómago y se volvió un experimento médico

Accidentes hay todos los días, a lo largo y ancho del mundo; pero pocos -o más bien, ninguno- como el de Alexis St. Martin, un comerciante canadiense que, sin proponérselo, terminó siendo el objeto de una ardua investigación científica que llevó, entre otras cosas, a entender el sistema digestivo.

Mientras trabajaba en un puesto de venta de pieles de la isla Mackinac, en la región de los Grandes Lagos, estado de Michigan, Estados Unidos, Alexis St. Martin -quien se desempeñaba como cazador y vendedor de pieles- recibió, accidentalmente, un disparo en el estómago, por parte de uno de sus compañeros, que lo dejó gravemente herido.

Con una cruenta herida en el estómago “de la que salía parte del pulmón” -según explicó Richard Rogers, de la Universidad Estatal de Louisiana, a la página ‘LiveScience’-, el sujeto fue trasladado de emergencia al centro sanitario más cercano que, paradójicamente, resultó ser un hospital militar; allí, como por obra del destino, fue atendido por William Beaumont, quien había sido de cirujano de campaña en la guerra anglo-estadounidense de 1812.

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Aunque nadie lo sabía en ese momento, la astucia de Beaumont y la herida de Martin los llevaría a revolucionar un campo de la medicina, hasta ese entonces, poco explorado. No en vano han sido catalogados como “la pareja más rara de la medicina”.

👨🏼‍🤝‍👨🏻 La pareja más rara de la medicina: el Dr. William Beaumont y su “cobaya humana” Alexis St. Martin🧪 Los experimentos que nos permitieron saber como funciona la digestión #HistoriaMedicina #hilo 🧵⤵️ pic.twitter.com/6RNpInaflP

— Catéter Doble Jota (@cateterdoblej)

April 10, 2020

Un insólito paciente

Encontró una porción del pulmón del tamaño de un huevo de pavo que sobresalía por la herida externa, lacerada y quemada

Cuando St. Martin llegó al centro hospitalario su estado era, simplemente, alarmante. Una gran perforación en el estómago y varias costillas rotas eran las para nada alentadoras secuelas que amenazaban con arrebatarle la vida al joven analfabeto proveniente de los bosques de Quebec, con gusto por el licor y una notoria reputación de comportamiento escandaloso.

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Según escribió Beaumont en un libro que publicaría años después, “encontró una porción del pulmón del tamaño de un huevo de pavo que sobresalía por la herida externa, lacerada y quemada; e inmediatamente debajo de esta, otra protuberancia, que (…) resultó ser una porción del estómago”.

No obstante, contra todo pronóstico, Beaumont hizo lo inimaginable y logró salvarle la vida. Desde fármacos que le eran administrados por vía oral hasta enemas nutritivos e intensos cuidados hospitalarios, St. Martin fue mejorando poco a poco; pero no sin preocupantes secuelas.

06 junio 1822 ALEXIS ST. MARTIN ES BALEADO EN EL ESTÓMAGO, SE CONVIERTE EN UNA RADIOGRAFÍA VIVIENTE pic.twitter.com/PK6j4mzyOw

— Joaquin Ledesma Aponte (@JoaquinLedesma1)

June 6, 2014

Lo que no lograron los cuidados, sin embargo, fue curar del todo la herida, de forma que St. Martin se “quedó con un agujero permanente en el estómago a través de la pared abdominal, lo que se conoce con el nombre de fístula gástrica”, relató el portal ‘BBC Mundo’.

De acuerdo con el servicio de información en línea provisto por la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, MedlinePlus, una fístula gástrica constituye una abertura anormal en el estómago o, en su defecto, en los intestinos, a través de la cual se filtran y escapan los contenidos corpóreos.

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En el caso de St Martin, la fístula gástrica de la que salían jugos y secreciones malolientes, lejos de cicatrizar, quedó adherida a los bordes del estómago y le generó problemas de retención de alimentos, fiebre alta y alto riesgo de contracción de infecciones. ¿El resultado? Una ventana permanente a su estómago.

Donde todos vieron una desagradable, olorosa y preocupante fístula gástrica abierta, William Beaumont vio una oportunidad de investigación que, por supuesto, no estaba dispuesto a pasar por alto.

Un día como hoy de 1822 un tal Alexis St. Martin recibió un disparo de mosquete en su pecho a corta distancia, esto le dejó un enorme agujero en el estómago pero… no murió 🧵 1/4 #ciencia #DatoNerd pic.twitter.com/ItK8Vj80Z3

— Fabio Baccaglioni (@fabiomb)

June 6, 2022

Un laboratorio andante

A comienzos del siglo XIX era muy poco lo que se conocía acerca del sistema digestivo humano por lo que cuando a Beaumont se le presentó la inesperada oportunidad de adentrarse en el desconocido, misterioso e incierto mundo de la fisiología, no dudó ni un segundo en tomarla: durante un periodo de ocho años realizó más de 200 experimentos con St. Martin.

¿Cómo lo hizo? Bueno, la respuesta es simple, se aprovechó de que su paciente había perdido su trabajo en la empresa American Fur Company, a causa de la discapacidad, y le ofreció un tentador empleo como sirviente en su casa.

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De acuerdo con lo que recoge Beaumont en su libro ‘Experimentos y Observaciones en el Jugo Gástrico y la Fisiología de la Digestión’, entre sus curiosas pruebas -que han sido altamente criticadas por, presuntamente, rebasar los límites de la bioética- estaba el insertar trozos de alimentos atados a cuerdas en la cavidad estomacal de St. Martin con el objetivo de conocer, de primera mano, cómo funcionaba el sistema digestivo en el organismo humano.

Alexis St. Martin, tras no curarse adecuadamente de un disparo en el estómago, fue utilizado en experimentos por más de 10 años. El motivo? Que los médicos podían ver su digestión en tiempo real a través de su herida. Vivió otros 58 años.#Curiosidades pic.twitter.com/qnAGEmm19l

— Escribano Reyes (@escribanorey23)

June 16, 2022

Como si fuera poco, el cirujano retiraba y analizaba los jugos gástricos de St. Martin para entenderlos mejor y, entre otras cosas, llegó a probar los fluidos y la mucosa del estómago para tratar de determinar su contenido. En otras palabras, el hombre que había sido víctima de un desafortunado accidente acabó convirtiéndose en el laboratorio vivo de Beaumont.

Su sacrificio no fue en vano. A través de estos métodos experimentales, Beaumont logró, por ejemplo, identificar al ácido clorhídrico como el responsable de la descomposición de las proteínas en el estómago y revelar que tanto las emociones como la temperatura y la actividad física pueden afectar los procesos digestivos.

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Sin dejar a un lado que avanzó en los conocimientos acerca de la enzima pepsina -una enzima digestiva que se crea en el estómago y que hidroliza las proteínas- y asoció la ralentización de la fiebre con la del sistema digestivo.

Gracias a la #fístula gástrica de Alexis St. Martin, el Dr. Beaumont describió el papel del ácido clorhidrico y la pepsina en la #digestión pic.twitter.com/mtkS8jPu12

— Alberto (@almagoch)

June 20, 2017

El protuberante agujero en el estómago con el que St. Martin vivió durante gran parte de su vida, no le impidió construir una vida personal, social y familiar.

De hecho, el sujeto volvió a Canadá, donde entró al comercio de pieles, se casó y tuvo hijos antes de volver a sucumbir, por necesidad económica, a los intrusivos experimentos de Beaumont quien, para este momento, es considerado uno de los cirujanos que sentó las bases de la gastroenterología en el mundo.

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“Se dice que cuando (St. Martin) murió -el 24 de junio de 1880, a la edad de 86 años-, su familia decidió enterrarlo sin nombre para que ningún otro científico siguiera utilizándolo como conejillo de Indias”, cuenta ‘BBC Mundo’.

Alexis St. Martis, al parecer, no habría sucumbido ante la muerte por el agujero que, durante mucho tiempo, amenazó con acabar su vida; lo habría hecho, más bien, por causas naturales asociadas a la vejez. 

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